Semáforo ÁMBAR
La familia de Barbie, a la que ya hemos podido «disfrutar» en alguna «película» (atentos porque en breve aparecerá la guía de animación, con de momento casi 300 películas debidamente comentadas), viviendo situaciones no tan habituales ni realistas como en la serie se pretende hacer ver. Incluso el capítulo del «hada del tejado» puede hacer que algún peque descubra que muchas de esas cosas mágicas en las que cree en realidad no existen.
En un tono muy actual, con Barbie en plan youtuber y todos los dispositivos y cacharritos que te puedas imaginar (que hay que pedírselos luego a los papis), la serie está relativamente cuidada para que no salga nada «reprochable», de manera que los problemas que le vemos no están tanto en las historias como en el trasfondo, en los roles que se ven, que son completamente tradicionales y están llenos de tópicos. Y luego está el consumismo «velado», ya que por un lado todo son productos a la venta, y por otro muestran un tren de vida al alcance de no demasiadas familias. Además, no esperéis ver a nadie gordo. Ni feo. Ni sin una perfecta sonrisa profident.
Por tanto, y pese a que en redacción la mera palabra «Barbie» nos causa tiricia, hemos intentado ser lo más objetivos posible y le hemos puesto el semáforo ámbar, ya que si bien la serie pretende ser moralizante y se ha vigilado que sea políticamente correcta, es cierto que es un «políticamente correcta USA», por lo que lo hace desde unos valores y estereotipos que a día de hoy muchos podrían considerar obsoletos o pasados de moda.
Al menos mientras siga el Netflix el riesgo estará controlado.